Los todos del amor
1 Corintios 13:7
Todo lo sufre, todo lo cree,
todo lo espera, todo lo soporta.
Todo.
No hay lugar para
parcialidades, para “según”, para a veces sí a veces no.
1 Corintios 13:7 dice “todo”.
Todo lo sufre.
Todo lo cree.
Todo lo espera.
Todo lo soporta.
Recordemos que este
pasaje está hablando sobre el amor “agape”, la clase de amor que Dios tiene por
nosotras y que se caracteriza por no buscar el beneficio propio ni por
pretender recibir algo a cambio.
El amor agape es un
amor absoluto. Quizás deseamos que Pablo hubiera dicho “algunas cosas” o
“muchas cosas” o “la mayoría de las cosas”, pero no es eso lo que dice, dice
“todas las cosas”.
Y aunque pensemos que
sólo Dios es capaz de dar ese amor, en realidad todos somos llamadas a hacerlo.
Y nosotras como mujeres, tenemos un lugar muy especial en el que mostrar esa
clase de amor: el matrimonio.
¡Oh lo sé! A veces no
es fácil soportar, ni esperar, ni creer… ¿y a quién le gusta sufrir? ¡A
ninguna! Pero, sin importar qué, sin importar cómo, somos llamadas a mostrar
ese amor agape que menciona este hermoso capítulo de 1 Corintios 13.
Todo
lo sufre… esta palabra puede traducirse también como
todo lo “cubre” y aparece de nuevo en 1 Pedro 4:8
“el amor cubrirá multitud de
pecados”.
No todo en tu
matrimonio va a ser perfecto todo el tiempo. Olvídalo, eso no va a pasar. Y no
va a pasar simplemente porque un matrimonio es la unión de dos pecadores
perdonados y redimidos…pero pecadores al fin y al cabo. Personas imperfectas
que fallan y meten la pata una y otra vez.
El amor todo lo sufre,
todo lo cubre, no proclama los errores del otro. A veces nos dedicamos a
proclamar a los cuatro vientos los fallos de nuestro esposo. No nos guardamos
nada, al contrario, creemos que demostramos lo buenas que somos al contar todo
lo que tenemos que soportar. Eso le hace un flaco favor a tu matrimonio. La
próxima vez que tu esposo meta la pata, sufre, cubre, ese fallo con tu amor.
“Me
gustaría queridos hermanos y hermanas, que pudiéramos imitar a la perla. Una
partícula dañina y dolorosa se introduce en la concha. La ostra no puede
expulsar aquello que la está dañando así que lo cubre con una sustancia
preciosa que convierte la partícula intrusa en una perla. Oh que pudiéramos
hacer eso con las provocaciones que recibimos de otros creyentes para que
perlas de paciencia, amabilidad, largura de ánimo y perdón surgieran de nuestro
interior” –Spurgeon
Todo
lo cree… no implica creer una mentira, pero sí, como
dicen en las películas, creer en la inocencia del otro hasta que se demuestre
lo contrario. Es escoger pensar bien del otro aunque lluevan las críticas, los
chismes y las calumnias. Es confiar en la palabra dada. ¿Cuántas veces nos
dejamos llevar por lo que otros “han visto” o “han oído” o “les han contado”
sobre nuestro esposo?
Todo
lo espera… tiene esperanza en el futuro, confía en lo
que está por venir. Espera lo mejor y lo espera en Dios.
Cuando las cosas van
mal es más fácil mirar al futuro con pesimismo. En mi propio matrimonio los
problemas principales siempre han venido por lo económico, por no tener lo
suficiente para nuestra vida diaria. Para mí fue muy difícil al principio
esperar con confianza en lo que vendría, me era más fácil quejarme y ponerme
triste. Pero, finalmente, fueron estas situaciones de estrechez económica las
que nos ayudaron a unirnos en oración, a apoyarnos el uno en el otro de manera
incondicional.
Todo
lo soporta…no se rinde. Nunca. No baja los brazos, no
tira la toalla, no renuncia al compromiso que ha adquirido con la otra persona.
No pronuncia la palabra
“se acabó” a la primera de cambio, no ceja en su empeño de que la relación vaya
bien sin importar la tormenta que estén atravesando. Sabe que son capaces de
superar cualquier cosa…juntos. Cree en el equipo, en la unión sagrada del
matrimonio, en el nosotros por encima del yo.
El amor en un matrimonio debe estar lleno de
absolutos. Debe ser un amor que todo lo sufre, que todo lo cree, que todo lo
espera, que todo lo soporta. Un amor que supera los baches del camino tomado de
la mano de nuestro Señor.
Contenta en Su servicio,
Edurne