LA MUJER DEL FRASCO DE ALABASTRO, MUJER DE HONOR
En la Biblia encontramos historias de
mujeres que nos hablan de su fe en Dios, cada una tiene un relato especial,
asombroso y único; como es el caso de esta mujer, la del frasco de alabastro
con perfume, que leemos en el Evangelio de Lucas Capítulo 7 versículos del 36
al 50:
“Uno de los
fariseos rogó a Jesús que comiese con él. Y habiendo entrado en casa del
fariseo, se sentó a la mesa. Entonces una mujer de la ciudad, que era pecadora,
al saber que Jesús estaba a la mesa en casa del fariseo, trajo un frasco de
alabastro con perfume; y estando detrás de él a sus pies, llorando,
comenzó a regar con lágrimas sus pies, y los enjugaba con sus cabellos; y
besaba sus pies, y los ungía con el perfume…”
Pudiéramos decir muchas cosas de esta
mujer, posiblemente involucrada en negocios inmorales, o infiel a su esposo,
Etc. La Biblia no lo especifica, lo que si está claro es que era una mujer
pecadora y es segurísimo que estaba atravesando por muchas situaciones en su vida,
algo la llevó a hacer lo que hacía y por eso era conocida en el lugar.
Posiblemente una mujer sola y sin ninguna dicha, que opto por algún trabajo
deshonroso.
Sin duda que no era feliz, sabía que era
una mujer etiquetada como “pecadora”! Y no era para estar orgullosa. Todo lo
contrario a lo que hoy el mundo enseña a muchas mujeres, a vivir como pecadoras
y a estar orgullosas de eso y sentirse “liberadas” en un mundo moderno, en
donde lo inmoral ya no es un pecado, sino una “forma de vivir” de acuerdo a los
tiempos. No era así en aquella época, esta mujer era rechazada y menospreciada
por lo que hacía! No era aceptada por la sociedad y a pesar de todo eso ella
continuaba “pecando”.
Ya no estaba de acuerdo con lo que
practicaba… Había dolor en su corazón y lloraba en la oscuridad de su
habitación sintiéndose vacía y sola. Lamentablemente nadie conocía esa parte de
su historia.
No sabemos desde que tiempo ella empezó a
hacer conocida como una “mujer pecadora”, lo que sí sabemos es que Dios la
conocía y tenía preparado para ella un encuentro muy especial, que pondría fin
a su sufrimiento, desprecio y soledad.
Me imagino que ella anhelaba conocer aquel
hombre del que todos hablaban y testificaban milagros! Cuantas veces tal vez
trató de acercarse y se lo impidieron…
Posiblemente ella seguía a Jesús a algunos lugares con el fin de tenerlo cerca!
Su corazón desmayaba por ese amor y piedad que solo podía encontrar a los pies
del Maestro. Muchas veces ella lo observó hacer algún milagro y en su interior
ardía por ser liberada de su carga y encontrarse con la mirada de Jesús y ser
perdonada!
A continuación te muestro tres razones por
la que es “Una mujer de honor”:
1. POR SU FE:
La cual fue más allá del temor, y no le
importo entrar a la casa de aquel fariseo. Inmediatamente lagrimas brotaron de
sus ojos encontrando en los pies de Jesús un refugió. Fueron tantas sus lágrimas
que con ellas pudo lavar sus pies y quitar de ellos el polvo! Y por si fuera
poco los enjugaba con su abundante y larga cabellera. Derramando en ellos al
final el caro perfume!
“Jesús
conociendo los pensamientos del fariseo le dijo: Simón, una cosa tengo que
decirte. Y él le dijo: Di, Maestro. Un acreedor tenía dos deudores: el uno
le debía quinientos denarios, y el otro cincuenta; y no teniendo ellos con
qué pagar, perdonó a ambos. Di, pues, ¿cuál de ellos le amará más? Respondiendo
Simón, dijo: Pienso que aquel a quien perdonó más. Y él le dijo: Rectamente has
juzgado. Y vuelto a la mujer, dijo a Simón: ¿Ves esta mujer? Entré en tu
casa, y no me diste agua para mis pies; mas ésta ha regado mis pies con
lágrimas, y los ha enjugado con sus cabellos. No me diste beso; mas ésta,
desde que entré, no ha cesado de besar mis pies. No ungiste mi cabeza con
aceite; mas ésta ha ungido con perfume mis pies…”
2. RECONOCIO EL PODER DE JESUS PARA
PERDONAR SUS PECADOS:
Jesús supo cuanto amor había en esta mujer!
Reconoció su corazón sincero y arrepentido de sus pecados y que había
reconocido en su interior su necesidad de perdón, anhelando así un nuevo
comienzo… una nueva vida.
Jesús le perdonó y reconoció su fe.
3. JESUS VALORO SU AMOR:
“…Por lo cual te
digo que sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho; mas aquel a
quien se le perdona poco, poco ama. Y a ella le dijo: Tus pecados te son
perdonados. Y los que estaban juntamente sentados a la mesa, comenzaron a
decir entre sí: ¿Quién es éste, que también perdona pecados? Pero él dijo a la
mujer: Tu fe te ha salvado, ve en paz.”
Sabes que no hay pecado que Dios no pueda
perdonar? No importa el tamaño o la magnitud que tú misma le des… Hay perdón
para ti!
Ven a Jesús con tus cargas y sufrimientos. No
des lugar a las dudas y los temores. Tal y como esta mujer pecadora fue a
Jesús, acude tu a Él! No te consumas y no tengas pena de ti. Si sabes que has
pecado, estas arrepentida y sabes que necesitas ser perdonada, entonces
levántate, lava tus lágrimas y acércate a una comunidad de fe donde seas
recibida y guiada.
Jesús te llama y te espera porque conoce tu
corazón, Su Palabra dice en Apocalipsis 3:20, “He aquí, yo estoy A LA
PUERTA y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y
cenaré con él, y él conmigo.”
El te dará un nuevo comienzo y una nueva
vida!
Yissell